10 de abril de 1994.
Subcomandanta Mariana Moguel:
La saludo con respeto y la felicito por el nuevo grado que adquirió con su dibujo. Permítame contarle una historia que, tal vez, algún día entenderá. Es la historia de...
DURITO
Te voy a platicar una historia que me pasó el otro día. Es la historia de un pequeño escarabajo que usa lentes y fuma pipa. Lo conocí un día que estaba buscando el tabaco para fumar y no lo encontraba. De pronto, a un lado de mi hamaca vi que estaba caído un poco de tabaco y que se formaba una hilerita. La fui siguiendo para ver dónde estaba mi tabaco y averiguar quién carajos lo había agarrado y lo estaba tirando. A unos cuantos metros y detrás de una piedra me encontré a un escarabajo sentado en un pequeño escritorio, leyendo unos papeles y fumando en una pipa diminuta.
-Ejem, ejem -dije yo para que el escarabajo se percatara de mi presencia, pero no me hizo caso.
Entonces le dije:
-Oiga, ese tabaco es mío.
El escarabajo se quitó los lentes, me miró de arriba a abajo y me dijo muy enojado:
-Por favor, capitán, le suplico que no me interrumpa. ¿Qué no se da cuenta de que estoy estudiando?
Yo me sorprendí un poco y le iba a dar una patada, pero me calmé y me senté a un lado para esperar a que terminara de estudiar. Al poco rato recogió sus papeles, los guardó en el escritorio y, mordisqueando su pipa, me dijo:
-Bueno, ahora sí. ¿En qué puedo servirle, capitán?
-Mi tabaco -le respondí.
-¿Su tabaco? -me dijo-. ¿Quiere que le dé un poco?
Yo me empecé a encabronar, pero el pequeño escarabajo me alcanzó con su patita la bolsa de tabaco y agregó:
-No se enoje, capitán. Comprenda que aquí no se puede conseguir tabaco y tuve que tomar un poco del suyo.
Yo me tranquilicé. El escarabajo me caía bien y le dije:
-No se preocupe. Por ahí tengo más.
-Mmh -contestó.
-Y usted, ¿cómo se llama? -le pregunté.
-Nabucodonosor -dijo, y continuó- pero mis amigos me dicen Durito. Usted puede decirme Durito, capitán.
Yo le agradecí la atención y le pregunté qué era lo que estaba estudiando.
-Estudio sobre el neoliberalismo y su estrategia de dominación para América Latina -me contestó.
-Y eso de qué le sirve a un escarabajo -le pregunté.
Y él me respondió muy enojado: "Cómo que de qué? Tengo que saber cuánto tiempo va a durar la lucha de ustedes y si van a ganar o no. Además, un escarabajo debe preocuparse por estudiar la situación del mundo en el que vive, ¿no le parece capitán?"
-No sé -le dije-. Pero ¿para qué quiere saber usted cuánto tiempo va a durar nuestra lucha y si vamos a ganar o no?
-Bueno, no se ha entendido nada -me dijo poniéndose las gafas y encendiendo su pipa. Después de echar una bocanada de humo continuó:
-Para saber cuánto tiempo nos vamos a estar cuidando los escarabajos de que no nos vayan a aplastar con sus bototas.
-¡Ah! -dije
-Mmh -dijo él
-¿Y a qué conclusión ha llegado usted en su estudio? -le pregunté.
Él sacó sus papeles del escritorio y los empezó a hojear.
-Mmh... mmh -decía a cada rato mientras los revisaba.
Después que acabó de hacerlo, me miró a los ojos y me dijo:
-Van a ganar.
-Eso ya lo sabía -le dije. Y agregué: -Pero ¿cuánto tiempo va a tardar?
-Mucho -me dijo suspirando con resignación.
-Eso también ya lo sabía... ¿No sabe cuánto tiempo exactamente? -pregunté.
-No se puede saber con exactitud. Hay que tomar en cuenta muchas cosas: las condiciones objetivas, la madurez de las condiciones subjetivas, la correlación de fuerzas, la crisis del imperialismo, la crisis del socialismo, etcétera, etcétera.
-Mmh -dije yo.
-¿En qué piensa, capitán?
-En nada -le contesté-. Bueno señor Durito, tengo que retirarme. Tuve mucho gusto en conocerle. Sepa usted que puede tomar todo el tabaco que guste cuando quiera.
-Gracias capitán. Puedes tutearme si quieres -me dijo.
-Gracias Durito. Ahora voy a dar orden a mis compañeros de que está prohibido pisar a los escarabajos. Espero que eso ayude.
-Gracias, capitán, nos será de mucha utilidad tu orden.
-Como quiera que sea, cuídese mucho porque mis muchachos son muy distraídos y no siempre se fijan dónde ponen el pie.
-Así lo haré, capitán.
-Hasta luego.
-Hasta luego. Ven cuando quieras y platicaremos.
-Así lo haré -dije, y me retiré hacia la intendencia.
Es todo Mariana, espero conocerla personalmente algún día y poder intercambiar pasamontañas y dibujos. Vale.
Salud y otros colorines, porque con los que usaste seguro se acabó la tinta.
Supcomandante insurgente Marcos
Montañas del sureste mexicano.
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