Por Fabiana Frayssinet
Rio de Janeiro, may (IPS) Del otro lado del telón, es muy probable que Augusto Boal ya esté experimentando alguna nueva técnica teatral. El dramaturgo brasileño, que definió tantas veces la vida como un espectáculo en sí mismo, no podría perderse la oportunidad de comprobar personalmente que la muerte también lo es. Talvez esta necrológica lo sea. Después de todo -segun sus palabras – “todo” y “todos somos teatro”.
A veces un palco luminoso, como cuando “concientes de ese espectáculo que es nuestra vida diaria”, decidimos “hacer visible”, lo que no es familiar, como dice Boal en su discurso en París, el 27 de marzo pasado, cuando fue nombrado “embajador mundial del teatro” por la UNESCO.
Otras “un mal teatro”, o apenas “un triste argumento”, como el que nos fue revelado “teatralmente”, en setiembre pasado “cuando uNa de las pocas cosas que considerábamos seguras, como nuestro dinero guardado en un banco respetable, o en manos de un honesto operador de la Bolsa, según nos informaron no existía, era virtual, fea ficción de algunos economistas que no eran ficción, ni eran seguros, ni eran respetables”.
“Aunque inconscientes,las relaciones humanas se estructuran em forma teatral: el uso del espacio,el lenguaje del cuerpo, la elección delas palabras y la modulación de las voces, el enfrentamiento de ideas y pasiones, todo lo que hacemos en el palco lo hacemosen nuestras propias vidas”, profundiza Boal, tambien director y ensayista.
Una y no la última de las escenas, de ese gran “teatro” ya se está preparando también para este sábado, cuando el Centro del Teatro del Oprimido de Río de Janeiro, realice un homenaje póstumo a su creador, fallecido la madrugada del sábado, como consecuencia de una leucemia, a los 78 años
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Y lo harán de la manera que el maestro y candidato al Premio Nobel de la Paz 2008, les enseñó: TODOS subiendo al palco. Los famosos pero tambien los desconocidos. Los ilustres, pero tambien los ignorados. Los actores pero también los hombres comunes que no saben que son actores.
Pero Boal, conocido mundialmente como el creador del “Teatro del Oprimido”, diseñó a traves de ese supuesto estado de ficción permanente de la vida, la realidad que considera mas oculta. La que sale a escena, dándole lengua, boca, voz, cuerpo, rostro, gestos, al hombre que suele quedar relegado en la última fila, como un espectador pasivo. El sometido, el explotado, el marginado.
En las palabras de Joao Pedro Stédile, dirigente del Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra (MST), Boal utilizó el teatro “para debatir la realidad y concientizar a las personas sobre ella”.
Una “verdadera revolución brechtiana en la dramaturgia brasileña que rompió la “tradición burguesa y elitista del teatro”, define el dirigente campesino en diálogo con IPS.
Fué con el MST, entre muchas otras organizaciones sociales, que Boal también fue militante pólitico y un “auténtico revolucionario”, como recuerda Stédile. Llevando su “teatro del oprimido” a los mas recónditos campamentos campesinos “para concientizar a nuestras bases”. Así como lo hizo en los presidios, los manicomios, los sindicatos y hasta en foros políticos como el Congreso.
Una obsesión vital por mostrar que la única manera de cambiar el mundo sólo es posible “entrando en escena, en el palco y en la vida”, que le valió durante la dictadura militar de su país(1964 - 1985), la cárcel, la tortura y el exilio, en 1971.
La historia comenzó de niño en Penha, un barrio del suburbio carioca - como hijo de un panadero portugués - cuando ya representaba obras de teatro para su familia. Y definió su rumbo – en la decada de los cincuenta- cuando en Estados Unidos, comenzó a estudiar teatro en la Universidad de Columbia, cuando todavia ostentaba el curioso título de “ingeniero químico”.
Al volver a su país, Boal dirigió el “Teatro de Arena “de São Paulo, donde adaptó el método de Stanislavski a la realidad brasileña, así como también se puso ante sí un nuevo desafío. El de crear una dramaturgia nacional, en momentos en que sólo se valorizaban los autores extranjeros.
Helen Sarapeck, directora artística del Centro del Teatro del Oprimido, de Río de Janeiro, define a Boal como una persona “incansable”, con “una fuerza muy grande”, “siempre con una idea detrás de la otra”.
Un torbellino de ideas que primero desembocó en la creacion del Teatro del Oprimido -definido por muchos como um arte que es al mismo tiempo política y transformación social, y - sentido personalmente por Sarapeck - como “un teatro para rescatar lo que uno es y que todos sabemos hacer desde que nacemos pero que reprimimos”.
O en palabras del propio Boal, una forma de defender “que todos podemos hacer teatro”, que todos podemos ser personajes,de hecho, de nuestras propias vidas, según explicóa la revista brasileña Carta Capital, durante su última entrevista.
“¿Porqué tenemos que seguir la estética determinada por la clase dominante¿ se pregunta Boal. “El teatro del oprimido trae consigo la estética del oprimido. Osea, queremos que las personas retomen sus propias palabras, imágenes y sonidos”, dice en la citada entrevista.Palabras, imágenes y sonidos, que siempre hay que esforzarse por descubir.
Como en el “Teatro Invisible” - desarrollado durante su exilio en Argentina, en el que el elenco va a la calle a representar una escena de teatro, para que todo el mundo participe, pero no revela al público que se trata de teatro.
O como el “Teatro Forum”, que creó en Perú, a traves del cual el grupo presenta un problema y el espectador entra en escena y muestra alternativas para solucionarlo.
Después en Portugal, Boal comenzó a trabajar en otros países europeos como Francia, donde creó en París, en 1979, el Centro del Teatro del Oprimido. Una escuela que se multiplicó en unos 50 países. Y un país donde con su esposa, la psicoanalista argentina, Cecilia Boal, incursionó en un teatro mas de “internalización”, el “Método Boal de Teatro y Terapia”.
En su país, a donde volvió en 1986, con el fin de la dictadura, creó el mencionado Centro del Teatro del Oprimido, en Río de JaneiroCentro que este sábado - como uno de los herederos de su legado - a 7 días de su muerte - propone que a las 19.00 - hora Brasil – todos los lo que quisieron a Boal, hagan simultaneamente en todo el mundo, “un minuto celebración” ya sea con aplausos, gritos, cantos.
Será como anticipa Sarapeck, un momento de alegría y no de luto, “porque a Boal no le gustaba el silencio”
Un silencio que no quedó impreso tampoco en su prolífica obra como director, autor y ensayista, con textos como “El teatro del oprimido y otras políticas poéticas”, o “Ejercicios para actor y no actor con ganas de decir algo a través del teatro”.
“No solo los casamientos y funerales son espectáculos, sino también los rituales cotidianos que, por su familiaridad no nos llegan a la conciencia. No solo la pompa, sino también el desayuno y los buenos días, los amores tímidos y los grandes conflictos pasionales, una sesión del Senado, o una reunión diplomática. Todo es teatro”, dice Boal.
Tal vez su propia muerte sea apenas un ensayo más. Un palco donde a diferencia de otros, simplemente se apagan las luces.
Sitios de consulta:
Site internacional Teatro del Oprimido:
www.theatreoftheoppressed.org/en.
Site em portugués Centro do Teatro do Oprimido, Rio de Janeiro
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